Mirando fijo al reflejo de sus ojos en los mios, la parte de adentro de mi alma, me dijo sin siquiera dudarlo por un segundo: "no te aflijas y camina por la Tierra que asi lo llevas clavado en la medula de tu nombre, no te aflijas y anda vagando lejos de tu patria extranjero de alma, que asi te ha bautizado el mundo, anda de una vez, anda y cuenta lo que ves, anda a encontrarte con tu destino, anda, simplmente anda, Peregrino". Hern(anDa)nielPellegrini
viernes, 30 de marzo de 2012
Carta 8 - El Instante
Béllamía,
Pasa el tiempo de esta habitación en silencio y la aguja del reloj de pared taladra acompasandose con el rugido de las teclas de esta olivetti que te escribe y tacha, te escribe y tacha, te escribe y xxxxxxxxxxx. Tachando hemos andado una infinidad de veces todos; vos, yo, mi madre, mi padre, mis hermanos, el carnicero de a la vuelta que re-empezo la vida luego de ser zapatero y carnicero y zapatero otra vez. Empezar, re-empezar, detenerse, continuar. Mientras pienso en estas palabras me doy cuenta que la aguja ya no taladra y que mis dedos bailan sobre las teclas de la olivetti como una novia baila por ultima vez en la noche de su boda. El tiempo se ha detenido, o quizas no, en las 11y59y41 en cada reloj de cada pared y muneca y mesa de luz de esta casa y de cada una de las casas de este barrio en silencio y de este Tokio vibrante que mas alla de las paredes de mi barrio tiembla con el latido de su propio corazon excitado, la frenetica gente de la cual sus espacios se componen. Porque sera que los relojes estan siempre en las paredes o sobre los muebles o en las muñecas de los brazos, accesibles. Seria fabuloso poder ignorarlos; obviar su pulso, hacer la vista gorda al paso de un tiempo prefijado por nosotros y nadie mas y burlar asi a la tristeza y al envejecimiento; sonreir en sus caras con aire de padrinocappomafia, de nopuedesmasquemirarmesintocarme. Todo se reduciría a un instante, te das cuenta? Un instante que seria el ahora de ahora y el ahora de antes y de despues y la suma de todos los ahoras que no son mas que el mismo instante en que nacemos y morimos y nos casamos y vemos parir a nuestros hijos y a los hijos de esos hijos. Un instante perfectamente redondo, sin error alguno. Un instante que nos revelaria a los ojos de los demas como seres felizmente empecinados en el vicio instantaneo (y por ende eterno) de vivir el instante.
Me siento tentado de salir de la casa y encontrar todo como una polaroid mientras se seca, mostrar a mis ojos la escencia del mundo mientras este se me revela. Pero me detiene la inercia, la misma inercia de introversion que previnome de hablarte en un recital de rock en el que bailamos ajenos aun sabiendo sin saberlo de la presencia del otro. Es que no nos conociamos entonces, como no nos conocemos ahora. Como no conozco a este Tokio, como no conozco a este mundo, como si conozco la inercia. Por ese entonces, como ahora, nos quedaba mucho tiempo; a mi, a vos, a Tokio, al mundo.
Las letras de la Olivetti me miran perplejas mientras intento decirte lo que ni yo entiendo. Mas en un acto de desinteres supremo (o quizás de amor, que por mi parte podría ser lo mismo) siguen bailando con las yemas de mis dedos que jamas se gastaran ni un poco; que seguiran teniendo su esencia mas alla de las paredes y las munecas y los muebles que yacen debajo de las agujas que sin moverse de encima de ellos, dia a dia giran y giran; que por siempre bailaran sobre el negroblanco de esta maquina a la que dan oxigeno.
Tengo los ojos cerrados para vos y deseo que te vuelvas la superficie de una tecla negra para poder rozarte, Béllamía. Para poder pulsarte y entender tu accion y tu reacción, tu ida a fondo y tu vuelta mas lenta; para saber de que manera dibujarias un caracter perfectamente plasmado sobre el papel y cuando te tornarías una borrosa mancha de tinta negra.
Sabes que me gustan mucho las historias, lo podrás haber deducido a esta altura de las cosas. Imaginame entonces, Béllamía, con los parpados apretados como yo te imagino ahora en una de mis historias. Como yo intento transformarte en parte de la tinta que fluye de mis venas. Estas aqui metida pero no te veo la cara porque en esta historia no estas superpuesta sobre las imagenes. No se si tu pelo es lacio o corto o si tu tez es oscura y tus ojos miel y tu sonrisa blanca. Es que en esta historia, que en realidad te pertenece, tu presencia estodovoz y por ende todo armonia. Y mientras la historia (se) me va ocurriendo, vos desde algún paraje remoto, me la vas contando, palabra por palabra, letra por espacio por espacio por letra.
Es la historia de un hombre anciano, de cabellos blancos y pulso firme que escribia en una maquina durante 207 anios y 64 noches. Confinado a su cuarto oscuro y a su vela incandescente, el hombre descubria que reproduciendo palabra por palabra el dia que le habia precedido, su vida se hacia siempre un dia mas largo, y lograba vivir siempre en el verdadero y único ayer; con conciencia absoluta derrotar al tiempo; erigirse en inmortal. Mas, a medida que iba perdiendo interes por las cosas del mundo, el hombre se dedicaba solo a escribir lo que ocurria en su mente. Cada dia agregaba un nuevo pensamiento al del dia anterior que debia reescribir por completo. Exhausto, la noche 64 del anio 207 el hombre de la historia descubria que al terminar de escribir sobre el segundo 41 del minuto 59, solo le quedaban 19 segundos para agregar su ulterior pensamiento y comenzar a escribir de nuevo. Miraba entonces al reloj y notando que este se habia detenido, decidia levantar los dedos de la maquina. El tiempo se reincorporaba y el hombre sonriendose a si mismo (o quizás a las agujas) dejabase vivir en paz sus ultimos 19 segundos.
Miro yo ahora al reloj de esta habitacion a la que me he confinado, Béllamía y mientras comienza a moverse y la aguja finita traspasa el diez y se mete entre si y el 11, comprendo la enseñanza de la historia que has venido, de algun modo a contarme: El tiempo no puede detenerse, mas si aprovecharse. Y es equivocando el camino del instante, abandonando la primavera anterior, viviendo esa leve electricidad de la angustia que sigue al equivoco, como el tiempo realmente se aprovecha. Afuera de esta vela y de estas teclas de esta Olivetti que siempre querrá bailar conmigo, en la cual una tachadura no es un error sino un paso diferente, está el barrio y Tokio y la gente y hasta quizas estes vos con pelo y cara y boca y sonrisa y mucho mas que una simple voz perfecta; esperando a que me equivoque de nombre o de calle o de banda o de silencio en un concierto. Voy a ponerme un jean una camisa y el perfume que siempre crei que te gustaria, Béllamía, y voy salir a la calle sin la Olivetti ni la vela que ahora esta apagada. Voy a correr a llegar un segundo demasiado tarde, a insultar al mas grandote de la sala, a cantar la letra a destiempo, a bailar lejos de tu presencia que quizas otra vez ignore, a que se yo cuantas otras cosas que mañana podre contarte. Enfindenuevo, como hacia antes de antes, al oeste de las 115949momentodeesteinstante, voy a salir contento, corriendo adentro de este ignoto punto del mundo que esta al este de mi vida, a volver a equivocarme.
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Un placer leerte. Comentaré tu blog el viernes en mi espacio de radio "Ustedes y yo" de mi radio cultural rosarina www.elmundoenvoz.com.ar
ResponderEliminar17hs - hora argentina -
Un abrazo