viernes, 28 de septiembre de 2012

Carta 10

Carta 10

"Todo lo que uno percibe, empieza en uno mismo"

Bellamia,

Creo que deberías saber que odio el guiso de lentejas y las miradas compasivas, la ley del menor esfuerzo y las mujeres que pretenden tener mas que ser, los ejercicios abdominales y las aguas vivas, el olor a viento del norte, las masas finas, la ropa que ha estado guardada, las injurias en el idioma propio, los cotonetes, las espátulas derretidas, el agua que no corre, los tenedores de plástico, los pies transpirados, el trafico de las 7am... Pero mucho mas odio escribir por impulso. E igual lo hago.

Te escribo por impulso ahora, sin pensar, sin releer; por energía cinética propia.

Hoy me ha atormentado una sola y absurda idea durante la tarde entera y también la noche. Es este maldito numero 10 (el de la muerte y no la suerte) el que ha forzado a mi mente a través de este oscuro laberinto. He pensado, la tarde entera en que es lo que pasaría si, en realidad, no existieras, Bellamia, Te imaginas algo mas absurdo? Que pasaría si en realidad tus dos manos sosteniendo una pequeña cartera de cuero marrón por debajo de tu vientre no fueran mas que un producto de mi imaginación? Que pasaría si no fueran reales tus labios gruesos sonriendo-me por la mañana o el terso de tu espalda hablando-me en silencio? Que pasaría, Bellamia, si el lunar pequeño y gris que vive debajo de tu seno derecho no fuera sino una mancha en mi gris subconsciente; sino existiesen tus polleras largas rosa, ni tus botas marrones de invierno, ni esas camisas blancas que tan bien te quedan? Sino existiese tu mal humor los domingos, ni tu voz suave, ni las empanadas de carne que tan bien te salen. Que pasaría si, en realidad, no fueses mas que un montón de piezas de un rompecabezas que nunca se juntan; una imagen de mil imágenes. Que no es una sino mil. Una sumatoria de ideas de mi mente; una falacia? Como lo asumiría?

He cogido las llaves del auto y me he echado a andar por una larga autopista. Hay veces que alejando-se físicamente uno logra alejarse de una idea. No ha sido esta una de las veces en que tal insensatez ha prevalecido. La idea de tu posible inexistencia me ha perseguido a través de las luces del camino hasta que se ha hecho oscuro, hasta que no han quedado mas autos, hasta que no ha sonado mas música, hasta el azul profundo de una ruta en la que nadie maneja, hasta este estar apoyado en este capo de auto, fumando; entre calmado y adormecido.

Es el miedo el arma psicologica mas destructiva y a la vez mas con-movedora.

Sentado aquí entre los grillos y el deseo de rugir de este V8 en punto muerto, yo-estoy a-te-rro-rizado.

Quizás este exponencial temor me mueva a buscarte o quizás me paralice como el arma que detiene al corazón de un solo puntazo. Solo te pido algo con el corazón en la mano que no sostiene el cigarro:
Si por una de esas casualidades que el universo suele regalar-nos, las piezas del rompecabezas se han juntado y me miran desde la tabla de trabajo impasibles;  si me estas leyendo desde algún punto remoto de esta existencia, devuelveme una levemente perceptible señal. Señal de que esta busqueda no es en vano y de que el final del camino no será, como el final de esta autopista que ha toda velocidad he recorrido, un punto intermedio, oscuro, tibio como el capo de un auto. No sera un instante en el tiempo en el que no quede otra que, resignandose a la impropia suerte, sentarse a fumar un pucho, antes de pegar la vuelta.

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